Gracias, Dios mío. Por fin ha empezado el mundial. Llevábamos
unas fechas la mar de ajetreadas, los
españoles estábamos soliviantados por la situación del país y algunas cadenas
de televisión se encargaban de soliviantarnos aún más.
![]() |
http://www.viagogo.es/Entradas-Deportes/
Espana-Copa-Mundial-de-Futbol-2014-EntradasCopa-Mundial-de-Futbol-en-Brasil-2014/ |
Esto me recuerda una
pintada que hace ya mucho tiempo (durante la transición) se podía leer en un
muro de un barrio de mi capital, Málaga La Bella: “FARSISTAS AL PAREDÓN. NO A
LA PENA DE MUERTE”. ¿Se puede ser más
ignorante? ¿Qué ha pasado en este país para que cuarenta años después aún
sigamos viendo semejantes majaderías? Deberíamos reflexionar: la educación ha
fallado, la justicia ídem de lo mismo, la política se ha desvirtuado, la
gente se defiende como puede para llegar
a fin de mes y, en las altas cúpulas, la podredumbre campea por sus respetos. El símbolo nacional está
mal valorado y ya no tenemos el sentimiento de ondearlo con orgullo y pasión.
¡Qué país…! ¿Pero qué digo? Ya nos llegan los aires del
mundial de fútbol, la gente cambia su estado de ánimo, los radicales cesan en
sus reivindicaciones, los conservadores y los progres se toman un descanso y llenan la nevera para disfrutar ante sus
televisiones de plasma curvos el sensacional evento. El país se transforma, los
catalanes admiran la selección casi como suya, pues llevan en ella mayoría de
jugadores. Tanto es así, que en algunas calles, sin que sirva de precedente, se ven algunas banderas nacionales ondear en los balcones. ¡Qué maravilla!, ¡qué
cambio tan radical y tan rápido! Todos nos unimos, nos sentimos españoles con
la Roja y, por un momento, pensamos estar en el país de la maravillas. Todo
porque once hombres en pantalón corto y dando patadas a un balón nos hacen
sentir lo que antes ya habíamos dejado
de ser: españoles.
Bendito
fútbol que consigue unirnos y hacernos partícipes de un objetivo común: ganar
el mundial.
Pues
eso, ganémoslo y, de camino, sigamos el
ejemplo de unión y de solidaridad que el mundial ha conseguido introducir en nuestras conciencias, que
deberían permanecer atentas y perseverar en esa actitud de unión y objetivo
común, en la seguridad de que cualquier meta que nos propongamos, seremos
capaces de llevarla a cabo de manera pronta y exitosa.
Bendito sea el mundial. Vale