martes, 15 de septiembre de 2015

CARTA A LOS ESPAÑOLES

                                  
                                              Apreciados compatriotas españoles:

El revuelo que ha producido en los medios de comunicación (sobre todo en los catalanes) la carta de Don Felipe González me ha llevado a poneros estas líneas por si de algún modo pueden servir de reflexión a todos los integrantes de este país que se llama España.
Algunos catalanes piden separarse y, para ello, esgrimen argumentos tan pueriles como que España les roba, hablan distinto idioma, no se respeta su diferencia cultural, política, económica, etc. Pero olvidan que, desde hace más de 500 años, todos (ellos también) hemos formado parte de este país y que, para bien o para mal, los catalanes han contribuido al desarrollo español, beneficiándose la mayoría de las veces de las ventajas obtenidas por formar parte de la nación que ahora tanto detestan. Y, si no, que consulten los manuales de historia. No los manipulados de manera interesada y realizados, la mayoría, por becarios que se han de adaptar a lo que les pide el organismo competente o la Universidad de turno, que para eso les paga. No olvidemos la hipocresía de la burguesía catalana que tanto provecho económico ha obtenido por los intercambios comerciales y de las grandes ventajas por pertenecer a España. Añádase el comercio con Hispanoamérica desde el siglo XIX y las ganancias por la venta de productos a las colonias de ultramar.
Así podríamos extendernos y nuestra argumentación se haría interminable. Pero, llegado el siglo XX y ya con los gerifaltes del nacionalismo cacareando sus bondades, vemos cómo los hispano-catalanes nacionalistas van exigiendo más reconocimiento de su diversidad respecto al resto de los españoles y comienzan a esgrimir razones para poner de manifiesto su supuesta superioridad en todos los campos: cultural, económico y político. Ellos son el Sur de Europa y nosotros, el Norte de África. Con la muerte de Franco, Suárez encuentra un país plenamente despolitizado por los efectos de la dictadura, pero convertido económicamente en la novena potencia mundial. Se elaboró una nueva constitución, votada por la mayoría de los españoles, que consagra el Estado de las Autonomías, en el cual tendrían cabida todos los nacionalismos.
Pero el afán de revancha, que por desgracia se presenta como una necesidad ineludible, reclama un posicionamiento muy parecido al que en otras épocas ya habían aspirado. Hoy, los españoles nos encontramos ante otro grupo de españoles que, sin guardar ningún tipo de respeto a las normas y leyes establecidas democráticamente, deciden separarse, sin tener en cuenta, como en cualquier otra institución o tipo de contrato (el divorcio es cosa de dos), que esa separación afecta a ambas partes; y es, precisamente, la que rompe el contrato de manera ilícita la que ha de someterse a la ley y cargar con las consecuencias de su decisión. Por ello, son los españoles nacionalistas catalanes los que, incumpliendo reglas democráticas existentes, se proclaman independientes de España, su enemigo ancestral, y quieren retomar su futuro cómo Republica Catalana Independiente.
Yo, como ciudadano de a pie, me dirijo a todos los españoles de bien (también a los catalanes) para que nos sintamos dueño de nuestro destino común, seamos capaces de crear y mejorar nuestro país sin la execrable idea de diseccionarlo y desmembrarlo, haciéndolo más débil, más vulnerable y menos respetado por el conjunto de países que nos rodean, que sin lugar a dudas se beneficiarían de nuestro debilitamiento, tanto político como económico.
Por todo, os pido que, sin suplicar a los catalanes su permanencia, como hace el expresidente Don Felipe González con argumentos infantiles, desfasados y sentimentales, exijamos a nuestros representantes (entiéndase Rajoy) que, amparándose en el derecho que le da la constitución y como máximo representante de todos nosotros, desmantele ya esta pantomima de elecciones y ponga a cada uno en su lugar.
Estoy de acuerdo con Don Felipe en que España sin Cataluña no sería España y, por ello, con la intención de evitarlo, pido se cumplan las leyes sin titubeo, se tomen las medidas necesarias desde la legalidad y los traidores, así se llama a los que traicionan a su país, sean puestos a disposición de la justicia, que en último extremo es quien debe decidir; y, sobre todo, que caiga sobre estos elementos distorsionantes todo el peso de la ley.
Coincido también con Don Felipe que en el diálogo transparente se encuentra la mayor posibilidad de entendimiento entre las dos partes de un litigio, pero ya se sabe que dos nunca se pondrán de acuerdo, si una no lo desea.
Ruego a todos los españoles se manifiesten, presionen a las autoridades y les hagan saber sus verdaderos deseos, para que los tengan en cuenta y los conviertan en realidad democrática, asumida por todos y no solo por una parte de esta gran nación que es España.

                                               Así lo espero y deseo. Un cordial saludo.