Apreciados compatriotas españoles:
El revuelo que ha producido en los medios de comunicación (sobre todo en
los catalanes) la carta de Don Felipe González me ha llevado a poneros estas
líneas por si de algún modo pueden servir de reflexión a todos los integrantes
de este país que se llama España.
Algunos catalanes piden separarse y, para ello, esgrimen argumentos tan
pueriles como que España les roba, hablan distinto idioma, no se respeta su
diferencia cultural, política, económica, etc. Pero olvidan que, desde hace más
de 500 años, todos (ellos también) hemos formado parte de este país y que, para
bien o para mal, los catalanes han contribuido al desarrollo español,
beneficiándose la mayoría de las veces de las ventajas obtenidas por formar
parte de la nación que ahora tanto detestan. Y, si no, que consulten los
manuales de historia. No los manipulados de manera interesada y realizados, la
mayoría, por becarios que se han de adaptar a lo que les pide el organismo
competente o la Universidad de turno, que para eso les paga. No olvidemos la
hipocresía de la burguesía catalana que tanto provecho económico ha obtenido
por los intercambios comerciales y de las grandes ventajas por pertenecer a España.
Añádase el comercio con Hispanoamérica desde el siglo XIX y las ganancias por
la venta de productos a las colonias de ultramar.

Pero el afán de revancha, que por desgracia se presenta como una
necesidad ineludible, reclama un posicionamiento muy parecido al que en otras
épocas ya habían aspirado. Hoy, los españoles nos encontramos ante otro grupo
de españoles que, sin guardar ningún tipo de respeto a las normas y leyes
establecidas democráticamente, deciden separarse, sin tener en cuenta, como en
cualquier otra institución o tipo de contrato (el divorcio es cosa de dos), que
esa separación afecta a ambas partes; y es, precisamente, la que rompe el contrato
de manera ilícita la que ha de someterse a la ley y cargar con las consecuencias
de su decisión. Por ello, son los españoles nacionalistas catalanes los que, incumpliendo
reglas democráticas existentes, se proclaman independientes de España, su
enemigo ancestral, y quieren retomar su futuro cómo Republica Catalana Independiente.
Yo, como ciudadano de a pie, me dirijo a todos los españoles de bien
(también a los catalanes) para que nos sintamos dueño de nuestro destino común,
seamos capaces de crear y mejorar nuestro país sin la execrable idea de
diseccionarlo y desmembrarlo, haciéndolo más débil, más vulnerable y menos
respetado por el conjunto de países que nos rodean, que sin lugar a dudas se
beneficiarían de nuestro debilitamiento, tanto político como económico.
Por todo, os pido que, sin suplicar a los catalanes su permanencia, como
hace el expresidente Don Felipe González con argumentos infantiles, desfasados
y sentimentales, exijamos a nuestros representantes (entiéndase Rajoy) que,
amparándose en el derecho que le da la constitución y como máximo representante
de todos nosotros, desmantele ya esta pantomima de elecciones y ponga a cada
uno en su lugar.
Estoy de acuerdo con Don Felipe en que España sin Cataluña no sería
España y, por ello, con la intención de evitarlo, pido se cumplan las leyes sin
titubeo, se tomen las medidas necesarias desde la legalidad
y los traidores, así se llama a los que traicionan a su país, sean puestos a
disposición de la justicia, que en último extremo es quien debe decidir; y,
sobre todo, que caiga sobre estos elementos distorsionantes todo el peso de la
ley.
Coincido también con Don Felipe que en el diálogo transparente se
encuentra la mayor posibilidad de entendimiento entre las dos partes de un
litigio, pero ya se sabe que dos nunca se pondrán de acuerdo, si una no lo
desea.
Ruego a todos los españoles se manifiesten, presionen a las autoridades y
les hagan saber sus verdaderos deseos, para que los tengan en cuenta y los
conviertan en realidad democrática, asumida por todos y no solo por una parte
de esta gran nación que es España.
Así
lo espero y deseo. Un cordial saludo.