Con la
perspectiva que dan los días, se analiza con más claridad cualquier acontecimiento
que a uno le haya ocurrido más o menos recientemente. Pasado ya un tiempo
desde que no estás con nosotros, por fin
me atrevo a dedicarte unas líneas que por una causa o por otra no he podido o
no he sido capaz de redactar.

Tu fidelidad a
prueba de balas, tu nobleza por encima de todo, tu entrega sin esperar nada a cambio,
tu mirada sincera y bonachona, hacen que hoy en muchos aspectos me sienta
desolado, triste, y a veces irascible pensando en por qué te ha tocado a ti,
mejor dicho por qué me ha tocado a mi perderte, por qué no me ha dado tiempo a
devolverte todo el cariño que tú de manera tan desinteresada me has
proporcionado. Solo me queda una profunda tristeza y pena porque a pesar de haberte podido disfrutar unos años, tu
falta ha sido un castigo dirigido a mi línea de flotación más importante: la de la sensibilidad. Siendo así,
que al irte me has dejado un vacío y un corte en el cable del cariño, que muy difícilmente
podré restablecer.
Con el tiempo, sé que irán aflorando lo buenos
momentos y las imágenes que de ti guardo, tu mirada simplona pidiendo permiso
para subirte en el sillón, tu rabillo tieso pidiendo salir de paseo, y tu
lameteo como demostración cariñosa etc. Pero mientras ese momento llega,
combatiré mi tristeza, repitiendo y repitiendo esas nobles imágenes que tú has
conseguido grabar en mi corazón.
Hasta siempre